Concentración urinaria de yodo y su asociación con el perfil tiroideo materno durante la primera mitad del embarazo / María Fernanda Rodríguez Hernández
Tipo de material:
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Biblioteca José Luis Bobadilla | Colección de Tesis | TES R696c 2023 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej. 1 | Disponible | 056525 |
Tesis (Maestría en Ciencias con área de concentración en Epidemiología) - Escuela de Salud Pública de México. INSP, 2023
El yodo es un micronutrimento que se obtiene de la dieta a través de productos de la
panificación y lácteos. Se encuentra en el suelo y en alimentos que crecen en este, así como
en animales marinos.
Durante el embarazo, el requerimiento de yodo a través de la dieta aumenta (de 150 a 250
μg/día) para mantener la producción de hormonas tiroideas en la madre y proveer al feto.
Especialmente durante las primeras 18 semanas de gestación, debido a que durante este
periodo la glándula tiroidea fetal no sintetiza hormonas de forma eficiente. Por otra parte, el
consumo excesivo de yodo también ha mostrado tener los mismos efectos negativos que la
deficiencia (por el efecto Wolff-Chaircoff), dando lugar a una disminución en la producción de
hormonas tiroideas.
El objetivo de este estudio fue evaluar la asociación entre la concentración urinaria de yodo y
el perfil tiroideo materno durante las primeras 18 semanas del embarazo en un grupo de 370
embarazadas que participaron en un estudio de cohorte, en el que se encontró una elevada
prevalencia de hipotiroxinemia aislada (47.7 %).
La concentración urinaria de yodo se determinó mediante el método de digestión de yodo
amonio persulfato. Los niveles de las hormonas tiroideas (TSH, T3 y T4 libres y totales) se
determinaron mediante la prueba ELISA.
Encontramos que el 61 % de las embarazadas tuvieron concentración urinaria de yodo dentro
del rango óptimo (≥150 - <250 μg/L), mientras que 28.7 % y 13 % tuvieron valores inferiores o
superiores, respectivamente, con una prevalencia de hipotiroxinemia aislada de 58.9 %.
Después de ajustar por confusores, las embarazadas con concentraciones ≥250 μg/L tuvieron
niveles de T4 libre significativamente menores que quienes tenían concentraciones óptimas
(βConcentración urinaria de yodo≥250μg/L vs 150-<250 μg/L= -0.07; IC95 %= -0.13,-0.01), sin encontrar
asociaciones estadísticamente significativas con las otras hormonas.
En conclusión, las concentraciones urinarias de yodo mayores a las óptimas podrían asociarse
con disrupción tiroidea durante el embarazo.
Se espera que el presente estudio genere evidencia epidemiológica sobre el aporte nutricional
de yodo durante el embarazo medido a través de la concentración urinaria de yodo y sus
efectos sobre el perfil tiroideo en mujeres embarazadas en México, lo que puede proveer
fundamentos para el desarrollo de programas dirigidos a fomentar un consumo adecuado de
alimentos fuente de yodo durante el embarazo, y así disminuir el riesgo de complicaciones
durante el mismo y de alteraciones neuromotoras e intelectuales en los niños.
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